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HAY QUE SEMBRAR LA SEMILLA EN TIERRA ABONADA por Luis A. Borges Ochoa - May 26 2002
Hace más de un siglo, surgió a la vida de las colectividades, endeble y raquítica, la Sociedad Colombófila de la Habana, que tras ruda lucha, marcha a la vanguardia de nuestro deporte en la isla. Esta asociación, integrada y dirigida por cubanos, conserva su existencia después de estos largos años, en el transcurso de los cuales, los entusiastas colombófilos han luchado a brazo partido para sortear los escollos que se han presentado en el camino, amenazando seriamente su estabilidad. Según se cuenta, las primeras mensajeras en la habana, las tuvieron los Dres. Chaguaceda y Robelin, los acaudalados Sr. Mendoza y Francisco Sierra, así como el periodista C. Várela Zequeira, que pueden considerarse a mi juicio como los precursores del deporte alado en Cuba. Aquellas mensajeras eran denominadas "Francesas" porque procedían la mayoría de ese país, así como otras importadas por el Sr. Ramón Mendoza del famoso criador americano T. P. Green que se encontraba entonces en su más brillante temporada. Estas noticias se tienen por los alrededores del año 1890. Estas palomas por diversos medios poblaron múltiples palomares, difundiendo la afición entre los habaneros, los que en su mayoría simpatizan con estas nobles aves. No hubo vuelos a distancia, ni organizaciones colombófilas, antes de la última guerra por la independencia (1895), solo se citan unos ensayos practicados por el Sr. Aquiles Solano, enviando mensajeras en vapores costeros que hacía la travesía por la costa norte de la isla, se desconoce la mayor distancia recorrida y detalles. Llegado el año 1895, en que los patriotas cubanos decidieron romper las cadenas de la colonia y más tarde con la llegada del terrible general Weyler, las palomas mensajeras fueron objeto de persecuciones, salvo que llenaran sus dueños ciertos requisitos, que pocos quisieron aceptar, por estimarlo vejaminoso y que constituían un peligro, por lo que las mensajeras fueron dispersadas o muy escondidas, casi se extinguieron en este período. Terminada la guerra contra España y como la semilla colombófila estaba regada en buen terreno, fructificó y comenzaron de nuevo a verse sobre los techos de las antiguas casas habaneras nuevos palomares, reorganizándose muchos de los antiguos, hasta que llegó el año 1900 de grato recuerdo, en que un adolescente tuvo la brillante idea de invitar a todas las personas que simpatizaban con las mensajeras, a una reunión en su casa, Campanario N° 40, en la que les expuso su propósito de constituir una sociedad igual a la que existían en otros países para el fomento del deporte colombófilo. Aquel adolescente de 15 años no era otro que el Sr. Ramón. 0. Sánchez. Su iniciativa tuvo una buena acogida y merced del entusiasmo y esfuerzo que se le dedicó, constituyó al fin una hermosa realidad: "La Sociedad Colombófila de La Habana" y catorce fueron sus fundadores. En sus primeros años hubo momentos en que solo existió nominalmente, y solamente gracias al amor de unos pocos, pudo llegar a tiempos mejores. El primer concurso que se disputó fue a una distancia de 178 Km desde la Ciudad de Pinar del Río, que fue efectuado el 15 de abril de 1901, utilizándose como cestas de viaje, canastas de lavanderas, y el primer premio fue otorgado a la Paloma N° 103 E.C.P. del colombófilo Emilio Tovar. Este recorrido fue efectuado en 5 horas y 19 minutos. Muy interesante era la forma en que en aquellos primeros concursos se realizaron las comprobaciones. Se designaba una comisión que en un lugar escogido estuviese a horas acordadas. Los contendientes tenían que enviar inmediatamente el anillo de comprobación a la comisión, descontándole un tiempo por el itinerario que se debía de recorrer desde su casa a dicho lugar en que se encontraba la comisión. Los colombófilos utilizaban coches, bicicletas o simplemente muchachos corredores, dándose el caso de llegar dos o tres juntos con el escándalo consiguiente para asegurar primero la comprobación, y hubo hasta casos en los que tuvo que intervenire
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